El calendario tiñe de rojo una fecha más. El 13-N París fue
el escenario de un atentado reivindicado por el Estado Islámico que conmocionó
al mundo, dejando 129 muertos en diferentes ataques llevados a cabo en la
capital francesa. Un escalofrío para Europa, un mazazo para Francia pero, sobre
todo, 129 vidas inocentes arrebatadas a cientos de familias, de la manera más
egoísta, dictatorial e ilógica (si es que alguna vez existió lógica alguna para
dar muerte a alguien)
Una vez más la religión trató de imponerse por la fuerza,
como si se pudiera obtener un resultado positivo de ello, “si no crees en mi
dios, te mato”. ¿Acaso piensan que vamos a comenzar a adorar todos a Alá
después de actos como este?¿Cuál es el fin? Aún conmocionado pienso: Si tu dios
te ordena matar a todo el que piensa diferente, tendrás que preguntarte si
merece ser tu dios. Una vez más han pagado justos por pecadores y esto no es el
comienzo, pero tampoco el final.
Esta guerra es la misma de la que huyen miles de sirios a
los que hemos bautizado como “Refugiados”. Esas personas que abandonan su
tierra que se ha convertido en un campo de minas. Las mismas que caminan
kilómetros en busca de una entrada que dé a algún país donde puedan continuar
con sus vidas sin temer por ellas. Las mismas que tantas veces han sido
deportadas o a las que Europa les ha cerrado las puertas porque “eran
demasiados”. Todos tememos lo mismo, todos huimos de lo mismo, porque cuando
nos alcanza nos duele igual.
Sin embargo, solo cuando caen las bombas en los países
poderosos es cuando se da una repercusión a nivel mundial. Así, tras la
barbarie cometida por el Estado Islámico el pasado 13-N, Francia, como es normal,
ha invadido sus calles de policías y soldados con el fin de atrapar a los
ejecutores, pero ha ido más allá. Ha triplicado sus esfuerzos militares
incrementando los bombardeos sobre Siria, reclutando ayuda internacional de Reino
Unido, Rusia, Alemania, etc.
Francia (y el mundo), pretenden acabar con los asesinos
asesinando. Si algo nos ha enseñado la historia es que la guerra nunca ha
solucionado nada, pero esta lección tan básica se nos olvida muy a menudo. Las
familias de las víctimas necesitan todo el apoyo mundial, necesitan saber que
no están solas, pero dudo que necesiten ver muertos a los responsables del 13-N
para dormir más tranquilas. La solución no pasa en ningún caso por quitar vidas
ya sea para imponer o para responder. La quinta potencia mundial ha sido herida
y responde disparando a todas partes como un niño enrabietado.
Mi más sincero pésame para las víctimas del atentado del
13-N. Mi más sincero pésame, igualmente, para las víctimas de la respuesta
francesa, inglesa, alemana o de cualquier país. Me entristece ver un mundo en
el que los países quieren imponerse matando a los que no tienen el menor
interés por imponer nada. Mientras, en la otra mitad, ponemos banderitas en
Facebook intentado aparentar que estamos de parte de los afectados (que en este
caso parecen ser solo los franceses, pues jamás he visto una banderita sola
siria) O bien, los países con mayor nivel de riqueza y mejor calidad de vida,
continúan incrementado su bolsillo fabricando y vendiendo armas a África y a
Oriente Medio mientras se compadecen de las víctimas de los atentados. Luego
está el papel que juegan los medios para comunicar que los bombarderos
franceses solo han alcanzado fábricas y arsenales. Y que las balas de los
yihadistas han matado a 129 personas y herido a 352.
A todos aquellos que ejerzan el terrorismo, ya sea
disparando a inocentes a bocajarro tras un burka o pulsando botones, con traje
y corbata, os doy el mismo mensaje. Vuestro error no debe pagarse con nuestras
vidas, así que, por favor, id a otra parte y mataros entre vosotros. Gracias.