jueves, 18 de septiembre de 2014

La religión. Batallas por el cielo que se libran en la tierra: Los neocatecumenales

Que no se puede juzgar a las personas por sus apariencias es algo en lo que se viene insistiendo desde hace tiempo. Igual nos podemos encontrar con alguien aparentemente maravilloso hasta que le conocemos que con otro detestable hasta que nos dice su nombre.

Las ideologías, las creencias y las culturas también pueden jugar un papel relevante en estos casos, sin embargo la sociedad parece estar aún “en pañales” a la hora de afrontar este tipo de situaciones. Y es que al ser humano le cuesta en exceso cuestionarse a sí mismo o mirar más allá de su verdad.

Un ejemplo claro lo observamos en la religión. Todos creen que la suya es la acertada y que los demás, ignorantes, arderán en el infierno o se reencarnarán en cucarachas. Las consecuencias para los no creyentes o los que tienen otros dioses se pintan igual que en la Edad Media. Algo parecido deben pensar quienes ven por televisión los enfrentamientos entre palestinos e israelíes. “Está claro que están equivocados”, dirán.

Hablamos de religión, sí,  pero no de la que encontramos a miles de kilómetros, sino de la que tenemos aquí. Por una vez vamos a apartar la vista de los problemas de los demás y a mirar los nuestros, para ello nos centraremos en el cristianismo, más concretamente en una de sus múltiples interpretaciones.

Dentro del cristianismo hallamos a católicos, protestantes y ortodoxos, pero aún dentro de estos subgrupos se pueden hacer divisiones. Una de ellas es la de los llamados “neocatecumenales”, más vulgarmente conocida como “los kikos”, en base a su fundador Kiko Argüello.

Todos los católicos que se encuentran dentro del “Camino Neocatecumenal” realizan su propia interpretación de la religión cristiana. Su particularidad la encontramos en el acercamiento que llevan a cabo durante sus ritos hacia las raíces judías. Pero no vamos a entrar en temas morbosos, pues cada uno es libre de llevar a cabo sus creencias de la manera que más guste, siempre que esta no interfiera en los demás. Lo que sí resulta interesante es el proceso de metamorfosis que sus practicantes sufren. 

Es aquí donde el individuo comienza a cambiar su forma de ver al resto de la sociedad. Comienza a creerse en lo cierto, a imaginarse en el buen “camino” hasta convertirlo en incuestionable y por tanto desconfía de la razón del resto. Se trata de un proceso de Disonancia Cognitiva. Lo que más teme el ser humano es toparse con una verdad más lógica, razonable o coherente que la suya y, "los kikos” saben que no tienen una posición demasiado privilegiada para razonar la suya. Sin embargo, deberían entender que no se trata de ver quién tiene más razón que quién, sino de ser capaz de mantener una actitud humanamente racional ante las discrepancias, sean del tipo que sean. Si no son capaces de entender algo tan sencillo (y están lejos de hacerlo) ese aislamiento que ofrecen a los que piensan diferente, acabará volviéndose su perdición. 

O estás conmigo o contra mí, a eso juega la religión. Por un momento intentemos imaginar que Irak no posee petróleo. ¿Alguien piensa que EEUU iba a crear un conflicto armado solo porque adoran a un Dios diferente? Pero seamos aún más justos, imaginemos que EEUU no es primera potencia mundial y que históricamente no haya apoyado guerras, por dinero ¿Alguien realmente cree que el terrorismo islámico le iba a salpicar lo más mínimo por pertenecer al cristianismo? La religión se utiliza como tapadera para los enfrentamientos. Los terroristas son terroristas independientemente de sus creencias y, a ver si acabamos de entender esta lección que se imparte el primer día de colegio en primero de infantil: no todos los musulmanes son terroristas, no todos los cristianos son asesinos, no todos los judíos lanzan misiles, no todos los hindúes son violadores, etc etc.

Quizás deberíamos mirarnos más a nosotros mismos. Aquí no hay bombas (de momento) pero la religión ha sido y es consecuencia de actos espeluznantes. En pleno siglo XXI continuamos con sectas, voluntarias o involuntarias pero claramente sectas, donde quien sale no cuenta como persona para los que se quedan. Porque los que se quedan tienen razón y los que salen se equivocan. Elevando esto a la política podríamos llegar muy lejos en función de la religión que sigue el partido que gobierna, pero no debemos extendernos mucho más.

Quizás llegue el día en que “los kikos” sean capaces de salir de la caverna, como explicaba Platón. Quizás llegue el día en que se den cuenta de que, los que no pensamos como ellos, no somos delincuentes, ni miserables, ni deshechos... en conclusión, no somos peores. Quizás llegue el día en que dejen de rezar con los ojos cerrados. Quizás llegue el día en que dejen de juzgar y clasificar a la gente por lo que hacen, piensan o dicen, mientras predican que “solo Dios puede juzgar a las personas”.

Con el paso del tiempo todas las religiones adquieren nuevas interpretaciones. Estas cada vez se alejan más de sus inicios, que van quedando en el olvido. Personalmente, pienso que todas, en sí mismas, hacen referencia a un mismo origen. Las innumerables formas de entender ese "punto cero" han dado lugar a un sin fin de culturas. El ser humano ha construido cosas inimaginables sobre esto, físicas y teóricas. Ha llegado a generar una riqueza sin precedentes con todo ello. Solo el ser humano es capaz de crear algo así, pero también solo él mismo es capaz de convertirlo en un arma con la que intentar imponer su verdad.

Golpean con la religión y luego acusan al enemigo de que le quieren hacer lo mismo. "O conmigo o contra mí”.

Si Jesús, Buda o Mahoma levantaran la cabeza… 


lunes, 1 de septiembre de 2014

Avanzar es lo fácil


Sé que no debo decir “se lo dije” pero me van a disculpar esta vez porque, ciertamente “se lo dije”. Luego llegan los lamentos, las reflexiones y los arrepentimientos pero no tardamos mucho en volver a tomar la decisión más fácil. ¿Tan complicado resulta prever las consecuencias de nuestros actos? Al parecer no resulta complicado, resulta imposible. No nos damos cuenta de que hay millones de errores nuevos esperándonos y nosotros estamos empecinados en seguir cayendo en los mismos una y otra vez, generación tras generación.

El ser humano está programado para innovar, para ir hacia delante, para construir y crear. Nadie quiere pasar por esta vida sin aportar su pequeño granito de arena. La tecnología había llegado lejos permitiéndonos compartir en una pizarra común. Plasmar y ver, no regalar o intercambiar sino compartir. Fue un gran avance, reconozcámoslo, la llegada de internet a todas las viviendas (hablamos del primer mundo) que daba acceso a la cultura, que facilitaba y agilizaba trámites… nadie lo discute, alguien sin internet es hoy considerado como un minusválido, es alguien con una pierna menos, por ejemplo.

Cuando la gente empezó a descubrir la ventana de internet empezaron a correr hacia ella maravillados por las vistas que ofrecía. Comenzaron a ensancharla y lo hicieron hasta el punto de prescindir de las paredes. Hoy día todo es internet o, más bien, internet lo es todo. Como si hubiéramos transformado un martillo corriente en una navaja suiza, internet ha empezado a adquirir funciones impensables en aquellos primeros tiempos. Poco nos falta para usarlo como freidora de huevos.

Hasta el año 2003 aproximadamente con la llegada de MySpace, entre otros, todo parecía definirse como un “avance de las tecnologías”. ¿Qué pasó entonces?, sencillo, algo en lo que muchos aún no han sido capaces de reparar. La carrera tecnológica dejó de correr para empezar a volar. Comenzaron a aparecer las redes sociales: En 2006 aparece Twitter, en 2007 nacerá Facebook, surgen nuevos navegadores, nuevos accesos, nuevos roles donde el consumidor se vuelve prosumidor, ya que aporta contenidos tanto como los consume… Los teléfonos móviles pasan a ser smartphones, los coches incorporan Airplay o Google Maps… En definitiva, en poco tiempo y de forma acelerada aparecen mil y un avances a los que nos lanzamos sin apenas conocerlos. Y es que hoy vemos a señoras de 70 años con un iPhone sin saber cómo se contesta a una llamada… ni como se pronuncia iPhone.

Y ahora se preguntarán, ¿qué hay de malo en todo esto? Al fin y al cabo todos los avances facilitan la vida a las personas… y la abaratan. Y aquí está la clave. Sí, la abaratan pero ¿por qué? A la sociedad le da lo mismo, no les importa lo realmente importante es que les han bajado el precio. Que ahora hay videollamadas, o llamadas gratis, o mensajes o libros, o música, o televisión… Pero deberían pararse a pensar que existe una razón para todo esto y la tienen delante y que la han tenido todos estos años y no han sido capaces de verla. Ahora yo pregunto: Estimada y avanzada sociedad, ¿qué coincide con la impresionante evolución técnica, mecánica y científica de los últimos años que tanto daño nos ha hecho? Una pista, empieza por “cri” y acaba por “sis”. Sí señores, pero créanme, no acabamos de descubrir América.

Las todavía hoy conocidas como “nuevas tecnologías, a las cuales nos hemos ido lanzando sin pensarlo, nos han facilitado y abaratado la existencia de forma no tan barata como parece. Los emails han quitado puestos de trabajo en correos, las fotografías digitales han llevado a la quiebra a todas las compañías y laboratorios fotográficos, la música gratuita ha provocado la desaparición de las tiendas de discos, de los músicos… La televisión en internet, hace imposible e inviable las apuestas de las cadenas televisivas o de las compañías audiovisuales por nuevos talentos, ya que no van a generar los beneficios de antes. La prensa en internet, ha llevado al cierre de numerosas cabeceras y a la precariedad en los escasos puestos de trabajo que quedan. Las solicitudes que rellenamos vía internet y que nos hacen saltarnos esas desagradables colas de gente han provocado el cierre de ventanillas para la realización de trámites, etc, etc.

Todos esos puestos que se han ido sacrificando a costa de la evolución, ¿no podía hoy haber sido ocupados por miembros de su familia, o por ustedes mismos? ¿Cómo vamos a recuperar las cifras de empleo de hace siete años si han desaparecido tesas vacantes para siempre? Imagínense, si el jefe de la empresa elimina a su equipo de corresponsales, que llevaban el seguimiento de la misma en diferentes países o en diferentes secciones, y a cambio instaura un community manager que hará todas esas funciones, ¿es rentable? Desde luego para él sí, pero ¿qué ocurre con los demás? Volviendo al ejemplo del principio, tal vez no tener internet sea ir cojo por la vida, pero tenerlo quizás suponga tropezar una vez tras otra.

Que la vida es más cómoda hoy, no hay duda. Pero hasta qué punto esta evolución es un paso adelante o tres atrás es algo que aún no está nada claro. Quizás avanzar sea más fácil de lo que parece. Quizás haya avances que no valgan la pena aunque ello conlleve sacrificar algo por nuestra parte. No era difícil adivinar que todo esto costaría millones de empleos y, aún así, se ha seguido adelante. Quizás se pudo tomar otro camino sin renunciar a los avances. Quizás se debió hacer con los emails como antes se hacía con los fax, solo para casos específicos, o que solo fuera posibles enviarlos desde los pertinentes comercios relacionados con el sector.

Les habla un usuario de los que más se resistió a abrirse una cuenta en una red social hasta que se sintió un bicho raro. Un usuario que hoy no manda una carta a un periódico a través de un cartero, sino que la publica en su blog para que llegue a todos los receptores que puedan estar interesados en tiempo récord. Bravo por nuestra sociedad, adelante, no se corten. Aplaudamos porque hoy la gente no tiene trabajo pero tiene un espacio en internet. Aplaudamos porque hoy no tenemos que hacer cola en el cine para comprar las entradas, pues tenemos internet. Aplaudamos porque todo es posible desde nuestro asiento gracias al crecimiento de la tecnología. ¿Todo?, bueno, casi. Solo nos falta adivinar de dónde sacar más de cuatro millones de puestos de trabajo.

Pero por lo demás, todo va genial.

Jacob G.