No es por el bulevar, es simplemente por
hartazgo. Demasiado ha durado la paciencia de los ciudadanos que ahora
despiertan gritando "¡basta!". Después de siete años de pacíficas
manifestaciones, y en el momento en que todo acto social parecía amansarse ante
los nulos resultados obtenidos, Burgos enciende la mecha. Desde arriba solo
veían pólvora mojada, toda voz de protesta caía en los oídos sordos de aquellos
que han demostrado una inhumana capacidad para ignorar al pueblo y que, por si
fuera poco, ostentan un cargo cuyo fin es prestar su ayuda y mirar por el
bienestar de la sociedad.
Hasta aquí llegamos. Las innumerables mareas
blancas por la salud, verdes por la educación, el movimiento 15M, las
acampadas en las plazas... no han obtenido respuesta alguna. Se emplearon bajo
la creencia de que la violencia no es el camino, sin embargo las élites se
aprovecharon de ellos al no contemplarlos como una auténtica amenaza. Todo
intento de cambio parecía en vano hasta hace apenas unos días. El escenario
mostraba una cifra desorbitante de parados, impuestos en pleno crecimiento y
mandatarios derrochando y malgastando los escasos recursos de una ciudadanía
que se debate entre comer y no comer, entre conservar su piso o ser
desahuciada. Burgos se levantó. Hizo lo que todos queríamos hacer pero ninguno
intentó y su acto fue respaldado por el resto del país.
Los políticos llevan años acumulando promesas
rotas, viviendo de palabrería y abriendo cada vez más la brecha que separa a
los más ricos de los más pobres. Los resultados son inauditos y las
oportunidades han sido demasiadas. Las evidencias de que se enriquecen a costa
de los más desamparados son ineludibles a estas alturas. La reacción llega,
tarde pero llega, y su contagio se ha propagado por todas las ciudades.
Señores políticos, ustedes han usado nuestro
dinero para lo que les ha venido en gana y los ciudadanos no hemos visto ni de
lejos los resultados que nos prometieron, se acabó. A partir de ahora nosotros
decidiremos en qué se invierte y en qué no, y así seguirá siendo mientras
pongamos nosotros el capital, dado que ustedes han demostrado no ser capaces de
recordar que están ahí para servirnos, y no al revés. Lo intentamos por las
buenas y ustedes se rieron, veremos quién ríe el último pues. No resulta tan
difícil comprender que “defender a España” no significa “defender un trozo de
tierra”, España no es España sin los españoles. Se rodean de apoyos para no ver
la realidad, pero esa realidad acabará por estallarles en la cara a todos
ustedes y lo hará de tal forma que ni Obama, ni Merkel, ni todos los países de
la Unión Europea, serán capaces de evitar su final, como políticos y como
personas.